La bandera roja y gualda
El presente apéndice lo dedicamos a la bandera bicolor, creada por S. M. Don Carlos III de Borbón para reconocer a su escuadra y que fue la enseña de la Patria con el paréntesis de la 2ª República ya que la 1ª no la suprimió. Los republicanos de la 2ª República se inventaron una nueva bandera sin ninguna tradición histórica aludiendo al pendón de los comuneros de Castilla. La Bandera roja y gualda, fue restaurada en la zona nacional y luego mantenida por el actual régimen con algunas modificaciones, es decir, la supresión del Águila de San Juan con la leyenda "una, grande y libre" y el yugo y las flechas del escudo de armas de los Reyes Católicos que habían sido añadidos en 1938. El actual régimen dentro del escudo nacional ha recuperado las flores de Lis de los Borbones. La bandera roja y gualda está formada por tres franjas horizontales, dos rojas y una amarilla teniendo la amarilla el doble de anchura de cada una de las rojas, según reseña el artículo 4º de la actual constitución española.
Pero ¿por qué se reinstauró la bandera rojigualda que había sido abolida por el gobierno salido del 14 de abril de 1931?. Para ello debemos remontarnos al 18 de julio de 1936 al producirse el levantamiento de una parte del Ejército contra el gobierno del Frente Popular, que no contra la República como forma de gobierno, como puede demostrarse ya que en algunas de las capitales donde triunfó la rebelión, los bandos de proclamación del estado de guerra, se leyeron en muchas partes con la bandera republicana. Una de las fuerzas políticas decisivas en el Alzamiento fue el Carlismo, organizado bajo las siglas de la Comunión Tradicionalista. Regido por S. M. Don Alfonso Carlos de Borbón, S. A. R. Don Javier de Borbón Parma y el Jefe Delegado, Don Manuel Fal Conde que representaban a la Junta del Alzamiento que estaba en San Juan de Luz (Francia).
Era Jefe Regional del Requeté de Navarra Don Antonio Lizarza Irribaren. El Requeté navarro había llegado a altas cotas de organización y el 12 de junio Don Antonio Lizarza a través de unos oficiales de la guarnición Navarra fue llamado por el general Mola, Director de la conspiración para que le informara sobre la organización del Requeté navarro. Al manifestarle Lizarza que tenía encuadrados más de 8.000 requetés, el general se mostró complacido y le comunicó que era una fuerza con la cual deseaba contar para el Alzamiento que estaba preparando el Ejército. No obstante, Lizarza según nos relata en su libro "Memorias de la conspiración, 1936-1939"[1] le manifestó al general que él no contaba con ninguna autorización para comprometerse con el Ejército ya que esta competía a la Junta Nacional Carlista por lo que el general Mola le pidió que lo pusiera en contacto con ella. Producto de la misma hubo una segunda reunión celebrada en capitanía entre el general Mola y Don José Luis Zamanillo, Delegado Nacional de Requetés, donde Mola le puso en su conocimiento el proyecto de Alzamiento del Ejército y Zamanillo esbozó unas bases de cooperación de la Comunión Tradicionalista con el Ejército que no fueron aceptadas por el general Mola, especialmente lo relativo a la bandera roja y gualda por cuanto había mucha gente del Ejército comprometida con el levantamiento de ideología republicana (casos del general de División Don Miguel Cabanellas, Don Gonzalo Queipo de Llano, coronel Don Antonio Aranda, etc). No obstante, Zamanillo le manifestó a Mola que pondría en conocimiento de la Junta General sus proposiciones. El día 15 de junio se celebró en el monasterio de Irache otra reunión entre el general Mola y Don Manuel Fal Conde en la que Don Manuel entregó a Mola por escrito unas bases mínimas para que el carlismo se sumara al Alzamiento Nacional entre las que había dos que Mola no aceptó de ninguna manera: la bandera rojigualda y el derrocamiento del régimen republicano. Bases que como otras respecto a la derogación de las leyes anticatólicas de la República, Mola no aceptó de ninguna manera, separándose los reunidos sin llegar a ningún acuerdo pero no obstante con el propósito firme de continuar los contactos. En este paréntesis, la Junta Nacional Carlista mandó a Don Antonio Lizarza a Portugal para entregar una carta al general Don José Sanjurjo en Estoril, comunicándole la situación de las relaciones con el Ejército, como jefe supremo del Alzamiento proyectado. Antonio Lizarza entregó la carta de la Comunión al general Sanjurjo y éste con fecha 9 de julio escribió una carta por duplicado, una para el general Mola y otra para la Junta Suprema Carlista en la que entre otros conceptos, en referencia a la bandera rojigualda manifestaba que "aquellas fuerzas que fueran netamente carlistas en el Alzamiento se alzaran con la bandera roja y gualda y las fuerzas del Ejército sin ninguna bandera". Regresado Lizarza a Navarra entregó una de las cartas al ayudante del Señor Mola al señor Cordón y después de leída por el general Mola, éste manifestó tajantemente que la firma de la carta era del general Sanjurjo pero su contenido no. La Comunión Tradicionalista ante este estado de la situación acordó romper las relaciones con el Ejército, continuando sus preparativos para pronunciarse contra la República. Ante esta situación, Antonio Lizarza tuvo una entrevista con varios oficiales de la guarnición en su propio domicilio y éstos le echaron en cara el abandono con que los carlistas habían dejado a Mola ya en las proximidades de la fecha clave para producirse el Alzamiento ya que una de las condiciones que ponía el carlismo era "la aceptación total de su programa y la proclamación de la monarquía en la persona de Don Alfonso Carlos, afirmación que fue rechazada tajantemente por Lizarza por no ajustarse a la verdad. No obstante Antonio Lizarza hizo una propuesta a los oficiales que asistían a la reunión. ¿Por qué no proponéis a Mola que acepte las orientaciones que fije después de triunfar el Alzamiento el general Sanjurjo como jefe de gobierno?. Esta propuesta hecha por Lizarza por escrito fue trasmitida al general Mola el cual emitió el siguiente comunicado: "Conforme con las orientaciones que en su carta del día 9 indica el general Sanjurjo y las que el día de mañana determine el mismo como jefe de gobierno. Firmado Emilio Mola". Esta nota fue entregada por Lizarza a la Junta Nacional Carlista en San Juan de Luz que la consideró suficiente y emitió el siguiente documento "La Comunión Tradicionalista, se suma con todas sus fuerzas en toda España al Movimiento militar para la salvación de la Patria, supuesto que el Exmo señor Director acepta como programa de gobierno el que en líneas generales contiene la carta dirigida al mismo por el general Sanjurjo de fecha 9 (de julio). Lo que firmamos con la representación que nos compete. Javier de Borbón-Parma. Manuel Fal Conde".
El Alzamiento del Ejército empezó el día 17 de julio en África y el 18 se sublevó la guarnición de Burgos (6ª División), y los requetés burgaleses sacaron ese día a la calle la bandera roja y gualda. El día 19 se proclamó el estado de guerra en Navarra y la bandera roja y gualda fue izada en la balconada del Círculo Carlista de Pamplona situado en la plaza del Castillo y asimismo los requetés la colocaron en el balcón de la Diputación Foral.
El día 12 de agosto con motivo de la visita a Sevilla del general Franco, jefe del Ejército del Sur, en el balcón de capitanía junto con el general Queipo de Llano se hizó la bandera roja y gualda, organizándose una manifestación en la capital paseando la enseña nacional. Poco después la Junta de Defensa Nacional presidida por Don Miguel Cabanellas instauró de manera oficial la bandera rojigualda en todo el territorio nacional.
En Líria, la bandera roja y gualda del Carlismo local que había tenido escondida con grave riesgo, junto al banderín de la Juventud Tradicionalista, el carlista Don Pascual Cebriá Gasent, fue sacada y paseada en la magna manifestación que tuvo lugar el día 29 de marzo hacia mediodía. En dicha manifestación habló a la multitud asistente desde el balcón del Círculo Tradicionalista el Delegado Local de la Comunión Don Francisco Carbonell Santes. Todo ello está relatado en una carta que Don Pablo Rodríguez Imaz envió el 7 de junio de 1972 a Don Rafael Gambra Ciudad, Alférez provisional del Tercio de Requetés de “El Alcázar” que formando parte de la 152 División llegó a Líria al mando de una sección de requetés. En la manifestación la bandera era llevada por Bautista Seguer Aliaga, carlista oriundo de Líria y el banderín por Pascual Cebriá Torrent, hijo del anterior. La manifestación terminó en la plaza mayor donde se celebró una misa oficiada por el reverendo Don Juan Martín Martínez y ayudada por Pablo Rodríguez Imaz y un requeté también prisionero natural de Corella (Navarra).
La bandera roja y gualda del Círculo Carlista de Líria está conservada actualmente en el Archivo del Círculo Cultural Católico San Miguel de Líria.
Carta de Pablo Rodríguez Imaz
"Larraga (Navarra), 7 de junio de 1972. Sr. Don Rafael Gambra. Pamplona.
Muy señor mío y querido correligionario: Su reaparición en las páginas del Pensamiento Navarro francamente me congratulan por mi plena identificación con sus principios político-religiosos de U. Siempre leo con fruición lo que usted escribe. Pero su trabajo IN MEMORIAM hace referencia a la ciudad de Líria en un momento histórico con el que me siento identificado porque allí fui liberado como prisionero de guerra de los rojos. Caí cuando lo de Quinto y Belchite, militando en la segunda batería del 12 L. de Logroño en la que estábamos bastantes requetés voluntarios. La lectura de su trabajo me ha traído a la memoria un enorme montón de recuerdos. Los que rebasamos el medio siglo ya vivimos de recuerdos que siempre es grato volver a vivirlos aunque sea en la imaginación, encajando aquello de Jorge Manrique "cualquier tiempo pasado fue mejor". Si mal no recuerdo el 28 de marzo cayó Madrid. Aquella misma tarde muchos de los prisioneros ya no salieron a trabajar ante la pasividad desmoralizada de los guardianes que les faltaba valor para imponerse porque barruntaban lo que venía. Al día siguiente, 29 de marzo, ya no se salió a trabajar y nos dedicamos a pasear por las calles de la ciudad y visitar a algunas familias con la que se había hecho amistades muy limitadas a hurtadillas. La noche de ese día llegamos a la casa de un herrero, y después de charlar un rato, el padre de la familia me dijo: "ven conmigo, tu y yo vamos a descubrir algo que no a visto la luz desde la República". Me llevó por unas cuadras a un pajar muy escondido donde había ocultos varios objetos, cuadros de Santos, crucifijos, etc. Cogió un saco con unción y emoción, lo desató y sacó un envoltorio de hule donde había un banderín de las Margaritas; lo besamos los dos emocionados. El día 30, por la mañana se reagruparon los componentes de la Banda de Música de Líria sin haber entrado todavía nuestras fuerzas y tocaron diana por las calles como para querer reunir a la gente en la plaza, donde se iba a celebrar la primera Misa de Campaña a la que tuve el honor de ayudar con otro muchacho de Corella. Al llegar la banda a la altura de la casa del herrero, paró y apareció el padre de familia con la bandera del Círculo y el hijo de unos 14 o 15 años con el banderín de las Margaritas cubiertos con sendas boinas rojas agujereadas por haber pertenecido a los abuelos que habían participado en las guerras carlistas. Al aparecer las banderas, la banda entonó el Himno Nacional con el asombro y rabietas de la multitud de milicianos que volvían del frente sin percatarse del todo de que habían perdido la guerra. Después de terminarse la misa en la plaza aparecieron dos camiones con fuerzas del Tercio de África y siguieron entrando más fuerzas entre las que según su artículo iba usted. Todo aquello se ve apabullado por las corrientes modernistas y desmoralizantes y que nos causan dolor a los que nos sacrificamos por un mundo mejor. Tengo dos hijos (uno en la mili y el otro ha entrado en caja) y aunque sean yeyés se mantienen firmes en las líneas del padre lo que me satisface sin ningún rubor, se santiguan al pasar delante de un templo, bendicen la mesa esté quien esté y también discuten de religión pero sin salirse de la ortodoxia cristiana. Mi más cordial saludo. Pablo Rodríguez Imaz".
En otra carta que obra en nuestro poder de Pablo Rodríguez Imaz, de fecha 18 de julio de 1972, entre otros conceptos, Pablo Rodríguez Imaz tiene recuerdos “La Villa Ángeles”, situada en la carretera de Olocau donde estaba el hospital de los prisioneros y donde pasó varios días, “El corral Blanch” donde permanecieron unos meses fortificando la zona, las huertas, viñas, etc, etc. “Mis oraciones por Don Pascual Cebriá Gasent y mis saludos más afectuosos a su viuda a la que le deseo muchos años de vida, y al hijo para que siga con fidelidad los pasos de sus progenitores. Mi cordial y sincero afecto. Firmado Pablo Rodríguez”.
El herrero era Pascual Cebriá Gasent y su hijo Pascual Cebriá Torrent que hoy aún vive.
[1] LIZARZA IRRIBAREN, ANTONIO. "Memorias de la conspiración, 1936-1939" .Edit. Gómez, Pamplona, 1953.
Comentarios