¿Fue posible la Paz?

Sobre el enunciado de este capítulo se han vertido ríos de tinta y se han publicado miles de folletos y de libros pero, especialmente, a nuestro juicio, de los innumerables títulos que hemos leído destaca el que lleva el enunciado de este capítulo publicado por la editorial Ariel y de la que fue autor el jefe de la C.E.D.A. don José María Gil Robles Quiñones que aunque contienen errores producto del tiempo trascurrido aporta detalles innegables. Asimismo también consideramos esencial el libro “España”, publicado en el exilio mejicano por Don Salvador de Madariaga, diputado republicano federal.

El primero atribuye una de las causas fundamentales de la imposibilidad de la paz, las leyes sectarias que propugnaron el desorden público que imperó durante toda la república y del cual fueron protagonista sectores radicales de la izquierda. Madariaga atribuye como una de las causas fundamentales de la guerra civil la división dentro del P.S.O.E., por una parte el ala radical-revolucionaria de Largo Caballero y por otra la reformista de Don Julián Besteiro e Indalecio Prieto. A Largo Caballero lo apoyaba la U.G.T. y el periódico “El Socialista” y a Prieto el periódico “Claridad”. Como botón de muestra tenemos el mitin que tenía que celebrarse el día 31 de mayo de 1936 en la plaza de toros de Écija (Jaén) por Don Indalecio Prieto y que se suspendió ante las algaradas y tiros del sector largocaballerista que impidió el mitin, teniendo que salir el orador Sr Prieto escoltado por la fuerza pública, por jóvenes de “La Motorizada” -guardia personal prietista- y por Juan Negrín que pistola en mano defendió al orador hasta su salida de la plaza de toros.

El Ejército acató la República y las medidas, alguna de ellas necesarias, que tomó el Presidente de la República Don Manuel Azaña -y no existe ningún hecho que pueda probar lo contrario- aunque estimamos que la forma sectaria en que se llevaron a cabo las reformas militares, como el nuevo juramento a la Bandera en el que en uno de dichos actos, el coronel Mangada que a los gritos del estamento militar de ¡Viva España!, respondió quitándose la guerrera y la gorra de plato y pisoteándolas gritando ¡Viva la república! lo que le valió un arresto. Asimismo el Ejército, salvo la intentona frustrada del 10 de agosto de 1932, protagonizada por el general Sanjurjo y por un pequeño grupo de militares monárquicos liberales pasó sin pena ni gloria.

La Iglesia, acató la República desde el primer día pese a los atropellos continuos que tuvo que soportar hasta 1936, especialmente los destierros del obispo Don Mateo Múgica y del Primado de España Don pedro Segura.

El fiscal de la República cifraba en 1933 que desde el inicio de la República hasta ese año, se habían convocado 1.200 huelgas por elementos extremistas afines a la República. Por otra parte, en el bienio que los socialistas y los republicanos calificaron como “negro” y José Antonio Primo de Ribera como “estéril”, en 1935 por el diputado agrario señor Jiménez Fernández, aún con la oposición de muchos de sus correligionarios llevó adelante la Ley de Cultivos y Arrendamientos Rústicos y Acceso a la Propiedad que estuvo vigente en parte hasta los años 70 y que incluso apuntaba la continuación de la Ley de Reforma Agraria.

¿Fue posible la paz?...

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