PASCUAL ESPÍ GORREA, COMBATIENTE DEL EJÉRCITO POPULAR DE LA REPÚBLICA.

 

Pascual Espí Gorrea nació en Líria el 8 de febrero de 1914, no hizo el servicio militar. El 18 de julio de 1936, Pascual estaba afiliado a la U.G.T. Era de ideas republicanas, como el resto de su familia. Trabajaban todos en la fábrica de destilación de alcohol de Líria, propiedad de Tonica “La Viuda”, la cual tenía además de dicho establecimiento, una tienda de expedición de bebidas alcohólicas que era conocida como “La Taberna de la Viuda”, situada en la hoy calle de Colón, esquina con la calle del Duque de Líria o carretera de Ademúz, edificio señero y de grandes dimensiones. El colador, es decir donde se hacía el alcohol, estaba situado en la calle de la Venta, entonces de “Los Héroes de Jaca”, en honor a los militares sublevados en diciembre de 1930 contra la monarquía y que fueron juzgados en consejo de guerra y fusilados. En Líria, al igual que en otras poblaciones de España, al proclamarse la República, le fueron dedicadas plazas y calles con gran profusión. En el lugar donde estaba situada la placa del nombre de la calle, se produjo como relatamos cuando hablamos de la Falange en Líria en 1936, un incidente que tuvo especial resonancia en la población.

El día 18 de julio de 1936 era domingo y el personal que trabajaba para la viuda, decidió irse a comer al pantano de Benageber, distante de Líria unos 35 kilómetros. Se desplazaron en el camión propiedad de Manuel “El Gallo”. Cuando estaban comiendo una paella, un vigilante del pantano les informó de que se había producido una sublevación del Ejército contra la República por lo que decidieron levantar el campo y regresar a Líria. Al llegar a la población se dieron cuenta del clima de excitación que reinaba entre el vecindario. No obstante, al día siguiente, lunes, se incorporaron al trabajo, observando que las primeras barricadas de sacos terreros estaban instalándose ya en los accesos a la población y carreteras confluyentes. Ya proliferaban los “escopeteros”, llamados así porque eran componentes de la “Guardia Cívica” creada por el Comité Local armados con escopetas. Delante del colador existía el Hospital Local atendido por religiosas de los Ancianos Desamparados con las cuales los trabajadores del colador habían trabado una gran amistad. Éstas le solicitaron al padre de Pascual que les guardasen en el establecimiento los objetos de culto y ornamentos sagrados, a lo cual, éste accedió colocándolo todo en dos barricas de 800 litros que calafateó debidamente, guardándolas hasta el final de la guerra.

Relata Pascual que en el mes de agosto, él y varios amigos, así como varios trabajadores del Colador, acordaron sentar plaza como voluntarios en el Ejército Republicano, marchándose algunos de ellos, sin despedirse de las familias, en número de 22, llegando a Burjasot donde en un Núcleo militar que se había formado allí se presentaron como voluntarios, siendo admitidos.

Nos relató Pascual, aunque no dice los nombres y apellidos de los que fueron con él, que junto a él estaban “El Pellero”, “El Moreno”, “Cabrelles” y “El Ferrero”, entre otros. En principio los destinaron a trabajar a una fábrica de sacos y a hacer instrucción por la tarde. Estuvieron en esa situación unos dos meses y posteriormente fueron trasladados a Gandia y a los pocos días a Beniopa, donde les dieron uniforme militar que se componía de una camisa caqui, cazadora a cuadros, pantalones largos y zapatos, así como de ropa interior. Todos ellos ingresaron en la XXII Brigada Mixta ya que se encontraban ya a últimos de octubre y se había producido por parte del Gobierno Republicano, la creación de las citadas Brigadas Mixtas.

El jefe de la Compañia era natural de Torrente y todos los componentes de la Brigada, salvo alguna excepción eran valencianos. La primera marcha la realizaron a Puebla de Valverde (Teruel) relevando a la Columna de Hierro, de la que Pascual nos dejó detalles de la indisciplina que reinaba en dicha Unidad y que, sobre todo, se oponía a su militarización. Así como de la existencia entre ellos de “mujerzuelas” (la palabra es literal del testimonio) que fueron despedidas del lugar donde se asentó la Brigada.

Pocos días después, la Unidad fue trasladada a Rubielos de Mora (Teruel), donde tuvieron varios enfrentamientos con fuerzas de los “rebeldes”, especialmente con guardias civiles. Allí estuvieron varios meses, interviniendo en el primer ataque a Teruel, en el que fracasaron. El frente se estacionó durante varios meses hasta que a últimos de 1937, se produjo la batalla decisiva para la ocupación de la capital turolense.

Nos relató Pascual el ambiente de euforia que reinaba entre los combatientes republicanos, en la creación del “Hogar del Soldado”, en los caseríos que ocupaban, en uno de los cuales se encontraron pocos meses después durante la retirada de Alfambra con el Maestro Nacional de Líria, Don Manuel Miguel Cintero que estaba a cargo de una escuela de analfabetos. Asimismo también se encontraron en la XXXIX División de la que formaba parte la Brigada, que la banda de música de la División la dirigía Don Juan Garcés Queralt, quien finalizada la guerra, en los años 40, sería director de la Unión Musical de Líria.

En octubre a noviembre de 1937, empezaron a llegar al sector de la Brigada numerosas fuerzas de elite del Ejército Republicano, entre ellas la XI División mandada por Enrique Líster, la XXXV División mandada por Valentín González “El Campesino”, Unidades de tanques rusos T-26 (llamados así por ser de 26 toneladas), gran cantidad de artillería y blindados que poco a poco fueron tomando posiciones cercanas a Teruel por lo que se intuía el comienzo de una gran ofensiva en dirección a dicha capital.

Pascual continuó su relato de cómo empezó la denominada “Batalla de Teruel”, infiltrándose las fuerzas republicanas desde las Celadas hacia Concú, con lo que a los tres días la ciudad quedó cercada, llegándose después de fuertes combates al centro de la población y cercando a los combatientes dentro de edificios de gran fortaleza arquitectónica como fueron el Seminario, Banco de España, catedral y otros. El jefe de las fuerzas nacionales era el coronel Rey D´Hancourt.

Asimismo a últimos ya del mes de diciembre se inició la contraofensiva nacional con gran potencia de medios por lo que el 28 o 29 de diciembre alcanzaron barrios periféricos de Teruel. Pero en la noche del 31, cayó una gran nevada que cubrió toda la geografía turolense e hizo bajar las temperaturas a menos de 20 grados negativos, lo que imposibilitó toda acción militar.

Pascual nos manifestó la gran cantidad de congelaciones entre los militares y que tuvo que ser evacuado en pésimas condiciones. Los congelados eran atendidos provisionalmente en el hospital de campaña para luego ser enviados a hospitales permanentes. Su relato continuó explicando cómo con el inicio de la contraofensiva nacional, que conllevó posteriormente a la Batalla de Alfambra y la rendición de los reductos de Teruel, el Ejército de la República inició una retirada perseguido por el Nacional hasta el Mediterráneo, cortando en Vinaroz en dos el territorio republicano. La XXXIX División quedó en la parte valenciana.

El día 28 de abril de 1938, Pascual resultó herido al explotar un obús en la posición que comandaba, muriendo varios soldados y teniendo que ser evacuado al hospital de campaña, donde se le hizo la primera cura, para ser trasladado después a Villalba la Vieja y de allí a Mora de Rubielos donde fueron embarcados en un tren de heridos a Valencia. En la capital del Turia fueron ingresados en el hospital militar “La Pasionaria”.

En dicho hospital fue reconocido por un enfermero que era de Líria, el cual avisó a sus familiares que fueron a visitarle. Cuando se le concedió un permiso a Pascual, les devolvió la visita a Líria donde fue atendido por sus familiares. Cuando fue dado de alta en el hospital, ya que estaba en posesión de permiso de conducir, tuvo la ocasión de realizar un cursillo de conductor de tanques, haciendo en principio prácticas con un camión Berliet de 12 toneladas. Posteriormente se le destinó a la Escuela de Conductores de Tanques de Archena, donde realizó otro cursillo que le capacitó para la conducción de dichos vehículos.

En octubre de 1938, la tercera compañía, segundo batallón de la primera Brigada de blindados fue trasladada la Frente de Levante, ya que se había lanzado por el Ejército Republicano en el Sector de Nules una ofensiva destinada a distraer fuerzas nacionales de la Batalla del Ebro, ofensiva que resultó infructuosa. En el presente trabajo aportamos el certificado a favor de Pascual que le acreditaba como conductor de tanques, firmado por Don José Nieto Babiano, Mayor Jefe de la Primera Brigada de la Agrupación de la Zona Centro-Sur.

En esta situación quedó la citada Unidad de la que formaba parte Pascual a caballo de la línea fortificada denominada “XYZ” que empezaba en Almenara (Castellón) y finalizaba en Santa Cruz de Moya del Partido Judicial de Ademúz.

Finalizada la guerra, Pascual, después de varias vicisitudes llegó a Valencia, y logró llegar a Paterna donde tomó el tren de vía eléctrica hacia Líria. Al ver que en todas las estaciones en que paraba el tren la Guardia Civil detenía a los soldados que bajaban, antes de llegar a Líria, en la subida de Benaguacil, saltó a tierra y por la noche entró en Líria por el Pont del Vidre llegando así al domicilio de sus padres.

Allí estuvo varios días hasta con un amigo suyo apodado “El Blanco” se marcharon ambos a pie hasta un corral de ganado, propiedad del padre de este situado en el paraje de “La Concordia”. A los pocos días recibió un recado de Tonica “La Viuda” para que se presentara en Líria y continuase su trabajo en el Colador. Lo cual hizo, solventándole las dificultades que pudiera tener Mauricio Martínez Martínez, entonces Jefe Local de Falange. Continuó su trabajo, pasando luego a la expendeduría de bebidas. Posteriormente fijó su domicilio en Manises donde adquirió en traspaso un establecimiento de comidas que regentaba el vecino de Manises Salvador Vilar Palones. En dicho establecimiento que Pascual y sus hijos acreditaron sobre manera crió y educó a sus hijos Francisco, Pascual, Miguel y Salvador, en unión de su querida y recordada esposa Encarnación Cotanda Civera.

Jubilado Pascual, traspasó el local. El autor realizó el contrato y adquirió un pequeño chalet en la presa de la Cañada que aún conserva la familia, su residencia oficial en Manises, en unos pasos de nueva construcción en El Salto del Moro. Pascual falleció el día 18 de abril de 1983, fiel a sus ideales republicanos y a la honestidad demostrada durante toda su vida.

A su recuerdo y la amistad entrañable que nos unió con Pascual y nos une con su esposa e hijos, con afecto y gratitud el autor.

Finalizada la guerra, los trabajadores del Colador de la Viuda, devolvieron los objetos de culto y ornamentos que habían tenido escondidos toda la guerra a las religiosas del hospital de Líria.

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