La retaguardia nacional

 

En las pocas veces que nuestros biografiados tuvieron permiso para pasar unos días en la retaguardia, son conscientes del ambiente que en la misma se vivía. Las noticias de la prensa solo hablaban de hechos y acciones de guerra victoriosas para el Ejército Nacional, cosa lógica por cuanto la prensa estaba sometida a una férrea censura, por imperativo del Estado de Guerra en que se encontraba.

El ambiente era prácticamente de entusiasmo respecto a los seguidores del bando nacional. La comida era de calidad y abundante. Nuestros biografiados, que percibían una soldada diaria de unas 1,50 pesetas podían consentirse, como ejemplo en Sevilla en la posada del "Medio Caballo", una comida compuesta de un pan, un plato de caliente, un huevo con patatas o carne, vaso de vino y postre por importe de 1,50 pesetas.

Dicha comida no desmerecía a la que se les suministraba en el frente, que siempre consistía en tres platos variados, postres y vino tanto a medio día como por la noche.

Los voluntarios extranjeros especialmente italianos y alemanes tenían un comportamiento totalmente diferente. Los primeros como buenos latinos eran alegres, dicharacheros y jaraneros haciendo ostentación de los actos bélicos en que habían intervenido. No obstante los españoles, tan aficionados a la crítica, se burlaban por la actuación de las fuerzas italianas en Guadalajara, acción abultada por la propaganda roja. Incluso entre los soldados españoles cuajó aquella letra injusta con la música de “Faceta Nera”, "Guadalajara no es Abisinia". Los campos de la Alcarria y el Puerto del Escudo son testimonios del coraje y de la bravura de los voluntarios italianos.

Los alemanes eran serios, disciplinados y poco comunicativos aunque si, corteses y amables.

Las victorias del Ejército Nacional lógicamente eran festejadas con manifestaciones y actos patrioticos; los momentos duros, como la Batalla de Teruel y el Ebro, sólo se sabían a través de la prensa y de la censura a la misma impuesta.

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