EL FINAL DE LA GUERRA

 

El Sr. Rodríguez Imaz nos dice en su carta que el día 29, al día siguiente de la caída de Madrid se celebró una manifestación por la victoria nacional. El autor de este trabajo la presenció. Así debió ser, por cuanto en la manifestación que reseña, al llegar a la plaza de Espartero, y abrirse el Círculo Tradicionalista, desde su balcón se dirigió a la muchedumbre, Francisco Carbonell Santes, mientras las campanas de la Iglesia de la Sangre, eran lanzadas al vuelo. La manifestación era presidida según Rodríguez Imaz por la bandera del Círculo Carlista y el Banderín de la Juventud Tradicionalista. La Bandera la llevaba Bautista Seguer Aliaga, prisionero político, y el Banderín Pascual Cebriá Torrent, tocado con boina roja. La escolta la formaban dos prisioneros de guerra, uno de ellos Andrés Martínez, de Cádiz. La manifestación se dirigió por la calle de San Miguel a la calle Mayor, hasta la Plaza de la Republica, hoy Plaza Mayor donde se improvisó un pequeño altar y se oficio la Santa Misa por el Rvdo D. Juan Martín Martínez, ayudaba la misa Pablo Rodríguez Imaz y un requeté de Corella (Navarra). Por lo sucedido y documentos comprobados todo sucedió en dos días. D. Rafael Gambra en carta, nos dice que llegó a Líria al atardecer del día 29 al frente de una Sección del Tercio de Requetés del Alcázar y que contactó con Carlistas de Líria, hombres y mujeres alborozados ante la presencia de los Requetés. El día 30 D. Julio Ganzo entrega a D. Francisco Baldrich Gutiérrez, Teniente Coronel de la Tercera Agrupación de las 152 División, como Comandante Militar de Líria, la población en perfectas condiciones lo que corroboró D. Francisco Baldrich en certificado expedido el día 31 al Sr.Ganzo.

El Ejército de ocupación se hizo cargo del mando militar de la población constituyendo la primera Comisión Gestora, presidida por el Alcalde D. Francisco Arquer Guast, segundo Alcalde D. José Mateu Peris y tercer Alcalde D. Francisco Carbonell Santes. Pocos días después se nombraron los concejales y los cargos políticos y administrativos de la población.

Al historiar este capitulo de la presente publicación contamos con material más que abundante en base al cual, creemos que podemos dar una visión de conjunto de aquellos días esenciales, que finalizaron con la contienda civil de tres años.

Hemos contado con las siguientes fuentes:

A) El tomo III de la “Historia de la ciudad de Líria” de D. Luis Marti Ferrando tantas veces citado.

B) Cuestionario remitido por el autor a D. Antonio Paula Morandeira, perteneciente al Batallón de prisioneros políticos, estacionado en Benisanó que formaba parte de la Junta Clandestina de la Comunión Tradicionalista. Al contestar a dicho cuestionario nos informa de que terminó la guerra en Benisanó y que con los amigos de Falange y carlistas que estaban allí desarmaron a la fuerza pública, armando a los presos de guerra que había en Líria, en donde esperaron a las fuerzas nacionales. A éstas les entregaron todo el armamento recogido como asimismo parques de intendencia y de automovilismo, etc. Durante su permanencia en Benisanó tuvo contacto con Llavata al cual había nombrado Delegado Carlista del Distrito de Líria y estableció contacto con las Margaritas de Líria, especialmente con la hermana de Ferrer “El Tranviario” (madre del autor) que les prestaron una excelente ayuda.

C) Carta del autor a D. Pablo Rodríguez Imaz, prisionero de guerra en la batalla de Belchite y manifestaciones posteriores del mismo en visita realizada a nuestra población con fecha 30 de septiembre de 1993.

D) Carta remitida al autor por D. Rafael Gambra Ciudad, Alférez del Tercio de Requetés de “El Alcázar” de fecha 10 de mayo de 1972.

E) Vivencias del autor del final de la guerra. D. Luis Marti nos dice en su obra citada, pagina 210, que en la madrugada del 28 de marzo de 1939 los estamentos del Ejército republicano habían desaparecido de Líria y que los prisioneros de guerra y políticos desarmaron a sus guardianes y a los restos del Ejército que quedaban en Líria y se hicieron dueños de la población. Este hecho es corroborado por Antonio Paula. Que el Sr. Ganzo Jefe de los Batallones de prisioneros formó una junta militar, formada por prisioneros que se hizo cargo de la población hasta la llegada del Ejército Nacional. Por otra parte, el Juez de 1ª Instancia D.José Blanes Pérez, convocó a varias personas, a saber: Francisco Carbonell Santes, Gregorio Aliaga Lluquet y José Maria Santes Vidagany y Jaime Yuste Pablo, todos carlistas y a Mauricio Martínez, Manuel soriano Llosa y Juan Antonio Martínez Faubel, los dos primeros Falangistas y el tercero de la J.A.P. quienes se hicieron cargo de la alcaldía hasta la constitución de la Primera Comisión Gestora, el 30 de marzo de dicho año, es decir que la Junta Militar de prisioneros duró poco más de veinticuatro horas, así como la posesión de la Alcaldía que se constituyó el día 30.

A su vez los soldados del Ejército Popular evadiendo los varios controles de los nacionales empezaron a llegar a la población desparramándose por las calles cansados y abatidos por la derrota sufrida. Nunca podré olvidar una escena que presencié en la calle Mayor, en la acera al lado de la cerrajería de Miguel Pérez, se encontraban sentados varios soldados republicanos, uno de ellos, sacó del “macuto” unas cebollas, las partió y empezaron a comérselas. ¿ Tendrían hambre aquellos soldados en la flor de su edad?. Lo digo con sinceridad, me dieron tanta lastima, a mi y a mi amigo Francisco Moros que presenciábamos la escena que fuimos al domicilio de Paco, le explicamos lo que sucedía a su madre la Sra. Carmen, que nos dio una “prima” de pan con mezcla y se la llevamos a los soldados que nos dieron las gracias efusivamente.

Al día siguiente José Prats Navarro, Manuel Garzón Carbonell y el que suscribe, nos pusimos en el pecho una escarapela roja y amarilla y nos dirigimos por la carretera de Ademuz con nuestra inocencia e ilusión a esperar a las Fuerzas Nacionales. En dirección contraria a nosotros bajaba una riada inmensa de soldados republicanos, cansados, con las caras curtidas. También encontramos algún camión lleno de soldados en dirección a Líria. La cunetas a ambos lados de la carretera estaban llenas de fusiles, pistolas, machetes y bombas de mano, signo de la derrota de un Ejército que justo es decirlo, lucho con tesón y bravura en casi tres años de guerra. Llegamos a Casinos y desde allí nos volvimos y dando un rodeo, nos fuimos por la carretera de Alcublas. Al llegar a la confluencia con la calle de la entonces calle de “ Los Heroes de Jaca”, y de la Venta, había un control de fuerzas nacionales que se iba haciendo cargo de los soldados republicanos que iban llegando. Recuerdo que llegó un autobús con personal militar, la mayoría cubiertos con gorras de Oficial, que bajaron del vehículo y fueron detenidos. A todo esto la riada de mulos y caballos era impresionante, flacos y en mal estado la mayoría de ellos. Los animales fueron introducidos en los Corrales de la Venta y en el Hort de Agustí. Era tal el número de animales que el mando militar o la Alcaldía hizo un bando público, para que todos los labradores que lo necesitaran para sus labores agrícolas podrían hacerse cargo de los animales. La invitación fue bien acogida y gran número de caballerías fueron entregadas a los que lo solicitaron mediante un recibo, comprometiéndose a devolverlos a la Autoridad militar cuando se les requiriese. Muchos labradores al tiempo de la devolución optaron por comprar al Ejército los animales previo pago de su importe. Como dato curioso tenemos que hace constar, que entre los mulos y caballos llegados a Líria, fue reconocida una Yegua, propiedad del vecino de Líria D. Valentin Verdeguer Cherp, que se le había decomisado por el Ejército de la Republica en una de las Levas realizadas para la caballería del Ejército Popular.

En cuanto a la mayoría de los soldados fueron conducidos en agotadoras marchas a pie al campo de concentración de Pina (Cuenca) a la espera de su clasificación. Muchos de ellos pasaron varios meses hasta que pudieron volver a sus poblaciones de origen, otros no tuvieron esta suerte y sufrieron cautiverio y cárcel. Triste final para muchos que no tuvieron ninguna culpa del enfrentamiento fraticida, puesto que la mayoría eran soldados de los reemplazos movilizados durante la guerra en uno y otro bando.

Con las tropas nacionales, compuestas de gentes las cuales el Alzamiento había triunfado inicialmente, en la mayoría de los casos -en otros no-, nos llevaron canciones de sus tierras. Los asturianos el “Asturias Patria querida”, los santanderinos canciones de la montaña y del mar, los castellanos “Madre cuando voy a leña”, los navarros con su “Adiós Pamplona” y “Los Sanfermines”. Los aragoneses con sus cantos al Pilar y los andaluces con sus cantos nostálgicos “Los colores” adaptados a letra nueva, así como otras canciones de su folklore. La popular “Chaparrita”, aunque de canciones nacidas al calor de la guerra o nacidas al aludir a una situación bélica o personal entre las que sacamos las siguientes:

Somos los del tercio Lácar

Los que arrastran el capote,

Los que tiran de cuchillo

Por el día y la noche.

Al Tercio Lacar no hay que comparar

¿Por qué?

Porque es un Tercio muy popular

Habiendo vino siempre hay buen humor

Y si hay mujeres mucho mejor

Aunque el general es joven,

Y tiene cara de niño

Hay que joderse señores

Cuando opera Valiño.

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“Chaparrita”

Chaparrita la divina,

La que va por la mañana,

Al templo para rezar

A Dios le pide y le implora

Que le dé un marido eterno

A su seno virginal.

Me da besos a montones,

Y sabrosos mordiscones

Que a veces me hacen llorar

Ella a veces también llora

El llanto la descolora

Pero se vuelve a juntar.

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“Castellana”

Madre cuando voy a leña

Se me olvidan los ramales

Madre me ha mirado una moza

Que vive en los arrabales.

Tengo que subir al arbol,

Tengo que coger la flor

Y dársela a mi morena

Que la ponga en el balcón.

Que la ponga en le balcón

Que la deje de poner

Tengo que subir al árbol

Y la flor he de coger.

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“Santanderina”

La montaña es un jardín,

Las montañesas las flores,

Si quieres vivir feliz

Cría en la montaña amores.

¡Que viva la montaña madre!

¡Que vivan las montañesas!

Y las chicas de este pueblo,

Que con los dientes rompen la mesa.

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“Navarras”

Adios Pamplona,

Pamplona de mi querer,

Mi querer.

Adiós Pamplona

¿Cuándo te volveré a ver?

No me marcho por las chicas

Que las chicas guapas son,

¡guapas son!

¡guapas son!

Me marcho porque me llaman

A defender la nación.

Es Fal Conde nuestro Jefe,

De todos, el que más vale,

Y a sus requetés valientes

no se los merienda nadie.

Se levantó, se levantó,

El Requeté para luchar, para vencer,

A los rojos y demás,

Que han querido traicionar,

A nuestra España inmortal.

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“Valenciana”

Por los caminos de tus vergeles,

Van los soldados de mis legiones

Ciñen sus frentes verdes laureles

Vierten sus labios rudas canciones.

Tu sol bendito más puro llega,

Sobre los pliegues de mi bandera.

Gloria y sudario de los soldados

Que dan las madres de raza y vera.

Valencia, Valencia,

todas tus penas calmarán mis dulces amores

Valencia, Valencia

tus naranjos y tus flores con vigor florecerán

Valencia querida, aunque es grande tu martirio,

La Patria te salvará.

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Andaluzas.

(Música de “Colores”).

El que diga, el que diga,

Que España se pierde,

mientras los carlistas estemos aquí,

es un vil, un traidor, y un canalla

a España, y merece morir.

Con fe y claridad, la Patria salvad

Carlistas venid, carlistas llegad.

Con fe y caridad, la patria salvad.

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Algunas de las canciones, quizás pecaban de ingenuidad pero, situándonos en aquellos tiempos, podemos valorar el espíritu con que vivían que para la juventud de la zona nacional, en su mayoría la lucha revestía el carácter de “Cruzada” para la salvación de la España católica.

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