Los prisioneros militares y civiles en la Guerra Civil

La estancia en Líria de prisioneros del bando nacional, tanto militares como civiles, afectó al entorno social de la población desde el momento en que hicieron acto de presencia. Para historiar en la medida de lo posible su estancia tanto de los militares como civiles tenemos, además, de las vivencias personales de los vecinos de Líria que de una forma u otra tuvieron relación con ellos, las fuentes documentales que obran en nuestro poder. A saber:

A) El tomo III de la “Historia de la ciudad de Líria” en cuanto hace referencia a la venida a esta población de D. Julio Ganzo Mediavilla, capitán del Ejército Republicano, el 19 de mayo de 1938, para hacerse cargo de los tres batallones de prisioneros de Líria. Dos de militares y uno de prisioneros políticos.

B) Declaración manuscrita, firmada por D. Antonio Paula Morandeira, preso político que estuvo en Líria-Benisanó desde 1936 a 1939, al finalizar la guerra, declaración contestando a un cuestionario de fecha 13 de febrero y 22 de marzo de 1969 que hemos conservado en nuestro poder. D. Antonio Paula estaba afiliado al Requeté de Valencia, contando con el grado militar de Sargento 1º al igual que sus hermanos David y Enrique, también afiliados al Requeté.

C) Asimismo, el testimonio personal y documental de D. Pablo Rodríguez Imaz, natural de Larraga (Navarra) hecho prisionero en Quinto (Zaragoza), en la ofensiva del mes de Agosto de 1937, así como de D. Isabelo Martínez Valecillo, natural de Agredas (Soria), prisionero en Belchite en la misma ofensiva. Según relación personal al que suscribe de D. Pablo Rodríguez Imaz, los prisioneros de Codo, Belchite Y Quinto, en principio fueron concentrados en campos de concentración cerca del frente y luego trasladados a Valencia, al edificio de San Miguel de los Reyes y de allí a Líria, para formar en unión de otros prisioneros que se iban concentrando poco a poco, dos batallones de prisioneros militares. Es decir que cuando en agosto de 1938, llegó a Líria el Sr. Ganzo, los prisioneros militares estaban en Líria concentrándose. Dice el Sr. Ganzo en carta remitida a D. Luis Martí, en la pagina 205 de su libro, que cuando llegó a Líria suavizó el trato a los prisioneros y se incautó de un edificio para convertirlo en Hospital Militar, que se ubicó en el edificio que aún hoy existe denominado “Villa Ángeles”. Asimismo mi querido y recordado Francisco Gil Lázaro prisionero en Belchite estuvo internado en dicho edificio donde le fue extirpado un ojo, que le había sido afectado por una herida sufrida en el asedio de Belchite.

Los primeros prisioneros fueron alojados en los Corrales de la Venta, parte de los cuales aun existen, donde se instaló un taller de herrería y forjados, atendidos por los prisioneros. Vestían uniformes a cuadros con gorro de la misma clase. Poco a poco dichas prendas fueron sustituidas por uniformes de más consistencia y los que desempeñaban funciones administrativas con prendas muchas de ellas suministradas por personas afectas a la causa Nacional. La vigilancia a los prisioneros la realizaban personal, ya de edad madura, que incluso tenían su familia en Líria, concretamente en la casa numero 95 de la calle del Salvador, residía un guardia con su familia que muchas veces llevaba a su domicilio, a los presos que custodiaba, y nos consta personalmente que por mujeres de la vecindad se les proporcionaban alimentos dentro de la escasez existente y prendas de vestir.

Como quiera que los trabajos de fortificación se realizaban en el término de Líria, muchos grupos de prisioneros eran alojados en Corrales de ganado. Pablo Rodríguez en la carta citada nos dice que estuvieron fortificando en la carretera de Líria-Pedralba y pernoctaron unos cuatro meses en el Corral Blanco.

Los prisioneros políticos fueron alojados en el Castillo de Benisanó, fortificando principalmente el término de Ribarroja, en el paraje de los Carasoles. Normalmente eran destinados a trabajos de fortificación después de ser juzgados por los tribunales populares. En el cuestionario antes citado Antonio Paula, al contestarlo nos dice: Que él en unión de otros trece requetés de Valencia, fueron detenidos por encontrarse en el local del Patronato de Valencia, los días 18 y 19 de julio, donde tenían la orden de sumarse al piquete que debía proclamar el estado de guerra, que no se llevó a cabo, ingresando después en el Cuartel de Caballería, donde al no producirse la sublevación por encontrarse la oficialidad dividida, se ausentó del cuartel quedando sólo elementos de la Primera Compañía del Tercio de Requetés de la Virgen de los Desamparados de la Zona de Moncada, Masarrochos y pueblos limítrofes. Se les instruyó el sumario llamado “de los catorce” por el Juez Instructor D. Vicente Crespo Leal. La petición fiscal fue de pena de muerte por un delito de rebelión militar. El Tribunal que los juzgó, estaba presidido por D Enrique Cerezo, que había sido en la época de D. Jaime, carlista y el Fiscal era el sr. Lafuente. Éste tuvo un altercado con el jurado modificando las conclusiones. Fueron condenados a doce años y un día de prisión mayor. Los acusados eran D. Juan Selva Mergelina; Reverendo padre Puche, religioso, consiliario del Patronado de la Juventud Obrera; Amelia Gallego y su esposo Bautista Seguer Aliaga, conserje del Patronato; Gabino Hernández; Agustín Martínez Hernández; Rosendo Sánchez; Enrique y Antonio Paula Morandeira; Juan Pérez Martínez y otros cuyos nombres no se recordaba, hasta catorce. A Amelia Gallego Dávila se la absolvió del delito que se le imputaba.

CH). Los prisioneros de guerra de Líria no intervinieron en la construcción de la línea de fortificación XYZ.

Hemos dicho en el presente trabajo, que el uniforme que usaban los prisioneros era de verano por lo que con el paso del tiempo fue sustituido por prendas abigarradas de distinta procedencia, militares y civiles, las últimas proporcionadas por personas que contactaron con ellos. Los prisioneros políticos, aparte de las prendas que les proporcionaron sus familiares, fueron vestidos con pantalones largos bombachos y camisas color Kaki, proporcionadas por los carlistas de Puebla de Vallbona. Dichas ropas eran los uniformes preparados para los requetés de Valencia que en los primeros días del Alzamiento trajeron desde la capital con grave peligro, Miguel Llavata Merenciano, Andres Bataller Arazo y Bautista Herrero Contelles en los carros de los dos últimos. Las ropas fueron escondidos en la partida la Conarda y posteriormente en Puebla de Vallbona. La entrega de prendas fue posible por el contacto de Antonio Paula con Miguel Llavata.

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