La responsabilidad del Comité

Al producirse el 18 de Julio de 1936 el Alzamiento contra la República, los partidos políticos, así como todas las organizaciones de izquierda, se unieron para defender al Estado republicano constituyendo en el territorio los Comités de Acción que controlaron la totalidad de las poblaciones en el terreno político-social y el orden público y demás actuaciones, sustituyendo prácticamente las atribuciones que eran competencia de los ayuntamientos. Liria no fue una excepción y el Comité de Enlace Popular, -según José María Peñarrocha- se constituyó el 19 de julio en el local social de Izquierda Republicana, denominado como “Casino Corral”, edificación que hoy, aunque muy deteriorada, aún se yergue majestuoso con su gran balconada, al lado del edificio de la Cooperativa Vinícola (calle de Don Miguel Abriat Cantó). El Comité se constituyó con tres fuerzas políticas: Izquierda Republicana representada por Emilio Veses Sabater y Amadeo Silvestre Falomir, la U.G.T. representada por José Alamá Silvestre y Fulgencio Iborra y por la C.N.T. José Maria Peñarrocha Bori y Daniel Espejo Asensi. Posteriormente, sufrió modificaciones en su composición pasando a formar del mismo, por Izquierda Republicana, Pascual Asensi Pelechá y por la C.N.T. Julián Albarracín Quiles, entre otros. El Comité, constituido posteriormente como Consejo Popular, retornó a la figura del Alcalde pero la composición de las fuerzas políticas siguió siendo la misma de antes. No formaron parte ni del Comité, ni del Consejo, ni el Partido Socialista ni el Comunista, aunque el primero, de escasa implantación en la población, lo representaba el sindicato socialista U.G.T. y en cuanto al segundo, prácticamente no existía en Líria.

Una de las primeras medidas tomadas por el Comité, fue crear una “Guardia Cívica” de 300 hombres armados con escopetas de caza, de ahí el nombre de “escopeteros” como se les denominaba. Sus componentes formaron turnos de 8 horas diarias cada uno y tenían señalados los lugares o puestos de guardia que eran los siguientes:

Venta-Carretera de Alcublas

Posada del Pulo-Carretera de Ademuz.

Alfarería-Carretera de Pedralba.

Garaje de Taroncher.

Polvorín-Coto de Izquierdo.

Estación-Carretera de Villamarchante.

Garaje de Llopis (que había sido decomisado por el Comité).

Olmos-Carretera de Valencia.

Escuelas-Carretera de Olocau.

Además había un grupo de guardia afecto al Comité del cual éste disponía libremente según sus necesidades y que por tanto no tenía un puesto fijo. También había una ronda que visitaba los puestos antes descritos para comprobar que no hubiese anomalías.

En el libro de Don Luis Martí aparecen dos nóminas de componentes de la “Guardia Cívica”, firmadas por el pagador José Nadal Quiles de fechas 24 y 27 de Agosto de 1936. Pagaban 5 pesetas por día a cada uno de los guardias cívicos cuya relación acompaño en el presente capítulo[1]. Es decir, que los componentes de la “Guardia Cívica”, controlaban la entrada y salida de personas y vehículos en la población y su estancia en la misma por medio de las rondas volantes. El guardia, aparte del jornal de 5 pesetas diarias, tenía pagada la comida del mediodía y la noche que era condimentada por un grupo de cocineras al servicio del Comité. Según D. Luis Martí al poco tiempo fueron despedidas haciéndose cargo del comedor las religiosas del Asilo del Remedio donde realizaban las comidas. De las tiendas de Líria se adquirían los comestibles previa presentación de un “vale” firmado por el Comité que posteriormente los comerciantes canjeaban por dinero en metálico. Esta situación se mantuvo sólo durante un par de meses tras los cuales la “Guardia Cívica” se redujo a 50 personas que cobraban sus haberes pero sin derecho a comedor. Sin embargo, de la distribución de los guardias cívicos echamos a faltar la custodia de la cárcel del partido -hoy Biblioteca Municipal- cuyo encargado era Manuel Pérez Yago designado por la Alcaldía del Frente Popular previo despido del anterior encargado, Francisco Benito Sánchez. ¿Fue un “olvido” o un acto intencionado del Comité el dejar sin protección la cárcel del Partido?.

El Comité se incautó de numerosas fincas, basándose en que habían sido “abandonadas” por sus dueños, cuando en realidad desde los primeros días del conflicto se apoderaron de ellas tras lo que sus propietarios se ausentaron de Líria temiendo por sus vidas. Muchos de los que se quedaron en Líria fueron asesinados como por ejemplo los tres hermanos “Los Ambrosios”, hombres sencillos y trabajadores sin actuación política de ninguna clase. Asimismo se incautaron de todas las cosechas existentes en las masías del término y casas de propietarios de la población de Líria como la del notario -en la hoy Plaza Mayor-, domicilio de Don José Sastre Lis. El fruto de esas “incautaciones” se lo repartieron entre los propios trabajadores que no respetaron el trato cariñoso y afable que habían tenido con ellos los propietarios de las fincas.

El Comité, y ahí están las Actas de sus reuniones para comprobarlo, prueba irrefutable de su actuación, impuso sanciones arbitrarias a las empresas y particulares de Líria de hasta 25.000 pesetas. Algunos de ellos, al no poderlas hacer efectivas, fueron violentamente sacados de sus domicilios y asesinados, como fue el caso de los sacerdotes D. Luis Albert Fombuena y D. Antonio Fabra Ruiz. El Comité creó una lista con todos los créditos hipotecarios que tenían pendientes los vecinos de la población obligando a los acreedores a cancelarlas e imponiéndoles una tasa por dicho concepto, manera abusiva de hacerse con una importante provisión de fondos. Esta medida por supuesto sólo afectó a quienes el Comité consideraba “desafectos” quedando el resto al margen de dicha arbitrariedad.

El Comité, me consta por manifestaciones de mi querido amigo Florencio Oliver León, impuso una multa de 50.000 pesetas al propietario del “Casino Corral”, del cual era apoderado un sobrino suyo, Don José María Mateu, que fue pagada al Comité por José María dado que el propietario se encontraba enfermo[2]. Por supuesto que cuando José María pagó las mencionadas 50.000 pesetas ni se le entregó siquiera un recibo que justificase el pago.

¿Son suficientes los hechos relatados para tener debida constancia del poder del Comité que gobernó Liria durante toda la guerra?. ¿Se puede negar que el Comité entregó a varias personas residentes en Liria a personas que las reclamaron que fueron seguidamente asesinadas como el médico D. Daniel Escrig Bori, asesinado en Amposta, y los sacerdotes D. José Calvo Guillamón y D. José Nicolau Genovés?. ¿Cómo se puede admitir la excusa de que todos los asesinatos de personas de Líria no lo fueron por los escopeteros de la población sino por personas foráneas que los reclamaron para llevárselos de la población?. Con esta teoría de Simeón Riera en su libro antes citado coincido ya que escopeteros de Líria, a su vez, también reclamaron a vecinos de Líria que se encontraban en otras poblaciones como fue el caso de Don José María Mateu que se encontraba en Chiva a donde fueron a buscarle y que se libró de una muerte segura al negarse a entregarlo el alcalde si no presentaban una orden gubernativa, volviendo horas después con dicha orden aunque para entonces el señor Mateu ya había abandonado Chiva apresuradamente con su familia.

También tenemos el caso de que fuerzas del Comité de Líria se presentaron en Buñol reclamando la entrega del cura párroco de aquella población, Don Salvador Domingo Salvador, a lo que se negó tajantemente el alcalde. Ello no fue obstáculo para que posteriormente Don Salvador Domingo Salvador fuese ingresado varios meses en la cárcel Modelo saliendo luego en libertad y pasando a vivir el resto de la guerra en Buñol donde continuó hasta que fue trasladado a la iglesia del Salvador de Valencia. Cuando falleció dejó dispuesto en su testamento que fuese enterrado en Buñol como agradecimiento a sus feligreses. El Comité, como se desprende de todo lo dicho, fue el amo absoluto de la vida política, social y administrativa de la población. Impuso multas y realizó incautaciones de fincas tanto urbanas como rústicas a sus propietarios, disponiendo de ellas en su propio beneficio. Sabía a ciencia cierta quienes eran los asesinos “faístas”, tanto es así que por unas irregularidades cometidas por algunos elementos de la F.A.I los detuvo e ingresó en la cárcel Modelo varios días. En resumen fue el responsable total y absoluto de todos los actos acaecidos en Líria y sobre todo de los asesinatos, torturas y otros abusos que se cometieron en la población. Fue responsable de la detención de todas las personas residentes en Líria que posteriormente fueron asesinadas, tomando buen cuidado de que ninguna lo fuese dentro de su población sino en otras cercanas, en descampados o en la cárcel Modelo de Valencia de donde posteriormente fueron sacadas y asesinadas en el Picadero de Paterna. ¿Estos hechos ayudaban a ganar la guerra?.



[1] Martí, Luis. “Historia...”, Tomo III, pp 66 y 67.

[2] José María Mateu estaba casado con una sobrina del propietario, que a su vez era hermana del padre de Florencio Oliver León.

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